17.3.11

Realidad y juego


Hace poquito tuve con mi hermana Mari una charla sobre los modos de jugar de nuestros hijos: si jugaban solos, con qué se enganchaban, qué les atraía de los juguetes en casa y en otros ámbitos. Ella me contaba que los chicos de ella estaban empezando a hacer voces con los personajes y a jugar a darle vida a los muñequitos Little People, yo trataba de explicarle que sentía que Vicky no jugaba mucho "con juguetes" y que estaba más enganchada con la realidad, con los juegos de personificarse ella y que armaba juego con cosas “reales”… Mientras en ese momento la vemos salir de la pileta para hacer huellas sobre la piedra con los pies mojados, diciéndole al padre: “Jugamos que éramos detectives y seguíamos las huellas”. Eso, a eso le gusta jugar. Y juega.
Hoy salimos a dar una vuelta en bici: la subo a la sillita a ella primero, me siento yo, y cuando voy a pedalear noto (con asombro) que la cadena se había salido. ¡Uy, qué raro!, pienso. Si la última vez que la usé no se me había salido. “¿Cuándo habrá pasado esto?” Lo pensé, pero no lo dije, simplemente la bajé a ella, me engrasé los dedos y coloqué la cadena para arrancar. Mientras hacía esto, y como si me hubiera leído la mente (que es un poder que sé que tiene) Vicky me mira con su cara más picarona y me dice:
-¿Sabés cuándo pasó esto, mami? El otro día cuando vinieron los melli a casa y jugamos que [tu bici] era una máquina de hacer perfume.
“Los melli” son Facu y Santi, los hijos de mi hermana. Me los imaginé a los tres en el patio, haciendo girar los pedales en sentido contrario, en plan de hacer funcionar la fabulosa máquina y sentí un perfume tan pero tan parecido a mi infancia que me subí a la bici y le dije entusiasmada:
-El viernes los invitamos de nuevo a los primos, ¿querés?
-Dale.
-En marcha.

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