30.11.10

Role-playing

Estoy orgullosa de la familia que construí y que construyo y que se me construye todos los días. Estoy enamorada de mi marido y de mis hijos. Es algo básico pero me pasa. Me pasa sobre todo cuando no doy más, cuando estoy cansada, frustrada, enojada. Me pasa cuando las cosas van mal. Cuando se me cae un camión de cal encima y ellos me aportan la arena que siempre ablanda. Me pasa cuando cierro el portón y desde la esquina lo escucho a Joaco llorar de espanto porque mami "no tá más" o cuando bajo la escalera después de estar un par de horas trabajando y él descubre que mami "no salió" que esta vez sí estaba en casa. Sus gritos de alegría, su energía, su sonrisa porque sí, me devuelven la vida, me sacan del tedio.


Me pasa cuando Vicky sale del jardín con su carita sucia y ese desaliño tan propio y la veo apurando el paso para abrazarme, cruza la puerta con energía para colgarse de mí y me dice: "¡Viniste en bici, cómo yo quería! "¡Viva!" o cuando mientras la estoy secando me dice "Mami, sos hermosa, y cuando tenga una hija va a ser tu nietita". Eso me hace vivir, me siento viva.

Me pasa cuando me chocan el auto y a las puteadas llamo a Hernán porque no tengo los papeles encima (¡Y encima no tengo ganas de hacerme cargo de nada!) y él me dice: "quedate tranquila flaca, ya está, ya te lo resolví". Y cuando me ayuda a resolver todo lo que tengo irresuelto.
Me pasa cuando nos contamos el día, cuando hacemos la ronda de lo que cada uno aprendió, cuando mis hijos se apretujan de amor y de celos, cuando los tres se ríen como si fuera lo único que tienen que hacer en la vida, cuando cantamos, cuando mi marido se hamaca en la plaza con ellos pero también se hamaca un buen rato solo, y las otras madres me miran como diciendo: "Es un personaje, siempre hace lo mismo". Y Vicky lo mira fascinada y dice: "Este papiii, ¡es un loco!"
Me pasa cuando todo es complicado y tan sencillo. Me pasa que los amo y que somos una familia feliz.
Por eso, y porque me animo, es que disfruto tanto de jugar al role-playing con Vicky.
Hoy, antes de dormir ella tuvo ganas:
- Jugamos que yo era la mamá y vos la hija y Joaco el hermano.
- Dale.
- Mami, ¿me contás un cuento para dormir?
- Bueno, ¿cuál querés?
- El de los Perez García, que iban al circo pero querían ir a otro lado.
- "Había una vez, en un lugar muy, muy pero muy imaginario... (y lo cuenta tal cual yo se lo cuento todas las noches, pero con más gracia, y con algunas palabras tan de ella)... "Y colorín terminado, este cuento se ha... terminado". ¡Bieeen, ahora a dormir!
- No, no mamá, otra vez. Ahora otro.
- No, hija este fue muy largo. Ya está. Estoy cansada.
- Dale, porfi, el último...

Me contó dos más: el de Mini y Moni que se encontraban con el lobo pero el lobo bueno, y el de los Terri que eran una familia muy, muy pero muy imaginaria ("pero no tan imaginaria, no?")

Y cuando llegó el momento del "hasta mañana". Me abrazó, me dijo "te quiero tanto hijitaaa" me apretó los cachetes y agregó, con voz picarona: "Y ya sé, mañana hija no voy a trabajar, voy a descansar y vamos a pasear todo el día juntitas, qué te parece?"

Me parece que me morí de ganas de volver a mi rol de madre, que al final el sueño persiguió a Victoria hasta el sillón, donde por fin quedó rendida después de algunas vueltas. Me parece que mis varones (los hombres de mi vida) roncan juntos en la cama grande.
Me parece que la lluvia vino a decirme algo esta noche. No podía dejarme sola esta noche. (Vino a decirme que ya no estaré nunca más sola).
Me parece que no podía cerrar los ojos sin escribir esto, sin estallar de amor y perplejidad.


Hasta mañana.









No hay comentarios.: