Mi casa es donde estoy yo
Perdidos en Parque Chas es la crónica de una frustada noche de garufa.
Mandeb y sus amigos fueron invitados a un baile en la calle Bucarest.
Desdeñando las advertencias de los hombres sabios, se internaron en el barrio sin salida.
Y ya se sabe lo que ocurre en Parque Chas: uno se pierde irremediablemente.
Vale la Pena transcribir una líneas.
"A eso de las doce, llegamos a la misma cigarrería. Ya era la quinta vez.
Como en las otras ocasiones, interrogamos al viejo que atendía. Sus indicaciones fueron nuevamente distintas. Loco de furor, salté sobre el mostrador y comencé a estrangularlo.-Viejo mentiroso... ¿cuál es la calle Bucarest?¿Cómo se sale de este infierno?
El anciano acabó por confesar que no lo sabía. Muy compungido, admitió que él mismo había desembocado en Parque Chas en 1939. No habiendo podido salir de allí, se resignó a instalar un quiosco, gracias al cual sobrevivía, aunque abrigaba el secreto anhelo de volver a Villa Crespo, barrio del que nunca debió salir."
Este capítulo finaliza con la providencial intervención de un taximetrero, quien si bien no acertó a llevarlos a la calle Bucarest, por lo menos los sacó -después de varias horas- a la Avenida de los Incas.
El gordo y la flaca están por mudarse a la calle Bucarest... si es que la encuentran.
2 comentarios:
De alguna manera, yo también vivo en un gran Parque Chas. POr acá cerca están Oslo, Estocolmo, Berlín...
CAbe destacar, citando también a A. Dolina que la esquina de Ávalos y Berlín existe en dos locaciones. Es decir que dos personas que llegaren puntualmente a una cita en esa esquina podrían aun desencontrarse.
Por otro lado, la fascinación que nos povoca el desorden de calles de Parque Chas, se parece al estupor que provoca en los europeos el hecho de que en regla general las calles de América sean paralelas y perpendiculares.
Espero encontrar la calle Bucarest cuando visite Buenos Aires la próxima vez, 133 mediante.
Felicitaciones por la casa!
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